Recuerdo perfectamente que una noche, en la parrilla del hotel Ritz, un panameño, Ricardo Pino, hombre extraordinario, empezó una sesión escribiendo en una pizarra unos números; eran simplemente unas sumas. Escribió seis sumas y en dos de ellas había equivocaciones, las otras cuatro estaban bien. Al terminar las seis sumas pidió al auditorio que, por favor, le hicieran comentarios de lo hecho. Todo el mundo se le echó encima diciendo: atención a la suma número 3, le falta el signo de suma, y 4 mas 6 no son 8, sino 10; y llevamos 1; y en la número 5 pasa que 2+2 no son cinco.
El fue preguntando, ¿no hay nadie que tenga nada mas que decirme respecto al trabajo que he hecho?; nadie contesto y el, volviéndose al auditorio, dijo: pensemos que desafortunadamente la relación nuestra ante una pizarra con seis sumas, cuatro de las cuales estaban bien y dos mal, es la que hemos tenido: nos dedicamos a criticar y a chillar contra las dos sumas que no estaban bien, pero no felicitamos al autor por las cuatro que ha hecho bien. Igual acostumbramos a hacer en la vida. Este es realmente el trato que damos a nuestras relaciones humanas, con esposa, hijos, amigos y compañeros.
Sepamos decir una palabra de elogio, una palabra de agradecimiento por las cosas que están bien y que nos gustan, veremos que con ello estimularemos a los demás a hacer las cosas mejor y al mismo tiempo nos sentiremos mas satisfechos de nosotros mismos al ser sensible a todo lo bueno y lo bello que nos rodea. Al juzgar, tengamos en cuenta que debemos aportar luz y no calor, y que “LAS FALTAS SON GRANDES CUANDO EL AMOR ES PEQUEÑO”.
Para ser sensibles ante el prójimo hay que dedicarle tiempo.
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