Mientras soñaba Un espacio para compartir todo aquello que se me pase por la cabeza. Pensamientos, viajes, naturaleza, cocina, moda, música... ¡Anímate a soñar conmigo!

lunes, 18 de noviembre de 2013

Mis bandas sonoras favoritas

Hoy me apetece compartir con vosotros parte de la música con la que más disfruto. La utilizo para concentrarme o relajarme a partes iguales. Se trata de música que escucho en diversas bandas sonoras, os pongo parte de mis favoritas, son un poco dispares, espero que os gusten:

"Crusaders", de la película "El reino de los cielos":


"All love can be" de "Una mente maravillosa":


Una de mis favoritas, sin duda, es esta canción de la banda sonora de "City of Angels",  "In the arms of an angel", una banda sonora a considerar:

"An angel falls", también de la misma película y "Uninvited", son dos canciones que me encantan:




Otra película con una gran y delicada banda sonora es "Memorias de una geisha", cuya banda sonora de John Williams combina lo tradicional de japón con los violines y piano de un modo magistral, bajo mi punto de vista. Este es el tema "Sayuri's theme":


No podían faltar también algunos temas mas moviditos, a cargo de un compositor que me encanta, Danny Elfman. El primero se corresponde con la sintonia de inicio de Batman (la antigua) y el segundo con "Augustus Glub" de Charlie y la fábrica de chocolate:


Pero mis temas favoritos de Elfman son casi siempre los lentos, como son "Ice Dance" de "Eduardo Manostijeras o "Piano Duet" de "La novia cadáver":



Y por finalizar, porque habría muchas más, pondré una de "Las dos Torres", "Evenstar" (Howard Shore ) y una española, que también las hay muy bonitas, "Me voy a morir de amor", compuesta por Alberto Iglesias para "Lucía y el sexo":


¡Que las disfrutéis tanto como yo!

Cuento sobre el dolor de la vida

Un anciano maestro Hindú se cansó de las quejas de su aprendiz, y así que, una mañana, lo envió por algo de sal.  Cuando el aprendiz regresó el maestro le instruyó al joven infeliz poner una manotada de sal en un vaso de agua y luego beberla.


“¿A qué sabe?” preguntó el maestro.
“Amargo,” escupe el aprendiz.

El maestro rió entre dientes, y entonces le pidió al joven tomar la misma cantidad de sal en la mano y ponerla en el lago.  Los dos caminaron en silencio al lago cercano, y una vez que el aprendiz lanzó al agua su manotada de sal, el viejo dijo, “Ahora bebe del lago.”
En cuanto el agua se escurría por la quijada del joven, el maestro le preguntó, “¿A qué sabe?”
“Fresca,” comentó el aprendiz.
“¿Te supo a sal?”, preguntó el maestro.
“No,” dijo el joven.

En esto el maestro se sentó al lado de este joven serio quien le recordaba de sí mismo y le tomó sus manos, diciendo: “El dolor de la vida es pura sal; ni más, ni menos.  La cantidad de dolor en la vida permanece exactamente la misma.  Sin embargo, la cantidad de amargura que probamos depende del recipiente en que ponemos la pena.  Así que cuando estás con dolor, la única cosa que puedes hacer es agrandar tu sentido de las cosas.  Deja de ser un vaso.  Conviértete en un lago.”