Mientras soñaba Un espacio para compartir todo aquello que se me pase por la cabeza. Pensamientos, viajes, naturaleza, cocina, moda, música... ¡Anímate a soñar conmigo!

sábado, 28 de junio de 2014

Ruta a la Olla de San Vicente

La ruta de San Vicente es una de las rutas más fáciles que he realizado. Tal es así,que cuando estaba planeando las vacaciones y buscaba rutas para hacer por niños o embarazadas (como era mi caso), me encontré con ésta. La distancia no es mucha, son unos 6 kms ida y vuelta  y el desnivel a lo largo del recorrido es prácticamente nulo. A pesar de todo esto, el lugar no desmerece en belleza, con unas aguas cristalinas y de un color precioso.

Esta es una de las rutas más bonitas, fáciles y accesibles que se pueden hacer en Asturias, ideal para aquellos que no quieren dedicar demasiadas horas a una ruta.Toda la senda transcurre por la ribera del río Dobra, ya parte del concejo de Amieva. 
Cartel informativo acerca del Puente Viejo y su origen
Para llegar hasta allí, partimos de Cangas de Onís y cogemos la N-625 en dirección al Puerto del Pontón y, poco después de atravesar el pueblo de Tornín, antes de pasar el puente sobre el río, divisamos una señal que nos indica el río Dobra. Hay un restaurante a la izquierda de la carretera donde, si tenemos suerte, podemos dejar el coche ya que hay poco espacio para tal fin.Nosotros no tuvimos tanta suerte y decidimos dejar nuestro coche en el aparcamiento de otro restaurante situado a pie de carretera a un km aproximado del inicio de la ruta. 

El recorrido se inicia al lado del restaurante donde no pudimos aparcar. Esta primera parte del camino es llana y ancha. A unos 300 metros se encuentra un puente medieval conocido como Puente Viejo.
Puente Viejo 

Continuamos por la pista entre árboles, sin atravesar el puente, y pasamos por una zona de prados donde podemos ver alguna construcción, ovejas pastando tranquilamente, frutales y divisar las partes altas de la montaña que hasta ahora no veíamos con la vegetación. 


Inicio de la zona de frutales
Al dejar atrás esta zona, se deja el camino fácil para adentrarnos en una zona que, si bien no es demasiado complicada, si que tenemos que mirar por donde pisamos, donde el suelo es irregular, con rocas sueltas o bien tendremos que avanzar por un sendero sobre la roca. Por esto, tened especial cuidado con llevar un calzado adecuado para esto. Nosotros llevábamos unas zapatillas de montaña, que amortiguaban el suelo y se agarraban muy bien al pie. 










Después de un rato y tras salvar toda esta zona de suelo irregular, vuelves a girar a la izquierda para alejarte otra vez del río y recuperar nuevamente el camino plano  y fácil. A lo largo de la ruta, nos fuimos encontrando con multitud de pozas de aguas cristalinas donde cada uno encontraba su sitio para darse un chapuzón.





Avanzamos unos metros más y tras dejar atrás algún que otro avellano, llegamos al destino final de esta ruta, habíamos llegado a la Olla de San Vicente. 

Se trata de una gran poza con unas piedras en el fondo blanquísimas y unas aguas de un color verdoso azulado precioso. Al fondo de esta poza, hay un estrechamiento por donde desciende el río en forma de cascada.
También hay una zona de prado donde poder comer a gusto el bocata. En nuestro caso, debido a que había un poco de gente, preferimos volver sobre nuestros pasos hasta una zona con unas pequeñas cascadas que habíamos visto y comer sobre unas rocas con vista a esa corriente de espuma. 


Por último, y para dar fiel testimonio de nuestro paso por tan bonitos parajes, incluyo una fotografía con ese río de color tan bonito.Justo hace un año, aproximadamente, que hicimos esta bonita ruta, que ganas de repetirla con nuestra pequeña.



miércoles, 25 de junio de 2014

La rosa y el sapo

Había una vez una rosa roja muy bella, se sentía de maravilla al saber que era la rosa mas bella del jardín. Sin embargo, se daba cuenta de que la gente la veía de lejos. Se dio cuenta de que al lado de ella siempre había un sapo grande y oscuro, y que era por eso que nadie se acercaba a verla de cerca. Indignada ante lo descubierto le ordenó al sapo que se fuera de inmediato; el sapo muy obediente dijo: Está bien, si así lo quieres.
Poco tiempo después el sapo pasó por donde estaba la rosa y se sorprendió al ver la rosa totalmente marchita, sin hojas y sin pétalos. Le dijo entonces:
Tienes muy mal aspecto. ¿Qué te pasó?
La rosa contestó: Es que desde que te fuiste las hormigas me han comido día a día, y nunca pude volver a recuperar mi esplendor.
El sapo contestó: Pues claro, cuando yo estaba aquí me comía a esas hormigas y por eso siempre eras la más bella del jardín.

Moraleja:Muchas veces despreciamos a los demás por creer que somos mas que ellos,mas bellos o simplemente que no nos "sirven" para nada. Todos tenemos algo que aprender de los demás o algo que enseñar, y nadie debe despreciar a nadie. No vaya a ser que esa persona nos haga un bien del cual ni siquiera seamos conscientes.



viernes, 20 de junio de 2014

Pablo Neruda Soneto XVII

No te amo como si fueras rosa de sal, topacio
o flecha de claveles que propagan el fuego:
te amo como se aman ciertas cosas oscuras,
secretamente, entre la sombra y el alma.

Te amo como la planta que no florece y lleva
dentro de sí, escondida, la luz de aquellas flores,
y gracias a tu amor vive oscuro en mi cuerpo
el apretado aroma que ascendió de la tierra.

Te amo sin saber cómo, ni cuándo, ni de dónde,
te amo directamente sin problemas de orgullo:
así te amo porque no sé amar de otra manera,

sino así de este modo en que no soy ni eres,
tan cerca que tu mano sobre mi pecho es mía,
tan cerca que se cierran tus ojos con mi sueño.


domingo, 15 de junio de 2014

El ruiseñor y la rosa

Cuenta la historia de un joven estudiante, que estaba enamorado de la hija del profesor. Ella le puso como condición, que le trajera una rosa roja y bailarían juntos al día siguiente, en el baile que daria el príncipe.El joven entristecido por no encontrar la rosa, sin querer conmovió a un ruiseñor que vivía en su jardín.El cual fué en busca de la rosa, por todo el bosque y no halló rosal rojo; volvió a su jardín y vió que bajo la ventana del joven había un rosal de rosas rojas, pero éste le dijo que el invierno había helado sus venas, por lo tanto, para tener una rosa debía dar su vida, teñir la rosa mas roja del mundo.
El ruiseñor aceptó y cantó toda la noche a la luz de la luna, con el pecho apoyado en una espina, para que su sangre corriera por las venas del rosal y así teñir la rosa.Al día siguiente, el joven abrió su ventana y miró la rosa que había nacido; corrió a llevársela a la joven, pero ella lo rechazó, pues el sobrino del chambelán le había enviado joyas; el joven se decepcionó del amor y volvió a sus libros.
Enseñanza: No debemos valorar a las personas por lo que nos ofrecen, como lo hizo la hija del profesor; dejó ir al verdadero amor por su interés.
      Un cuento de Oscar Wilde.





domingo, 8 de junio de 2014

Rincones con encanto del occidente asturiano (II)

Lo prometido es deuda y hoy dedico esta entrada al occidente asturiano que está fuera de mi concejo ,Valdés, o Luarca, como todavía algunos lo conocen. He rebuscado entre mis fotos para incluir algún sitio más que me parece imprescindible, y he de confesar que las fotos de Cudillero, Tapia he tenido que recurrir a la red porque, a pesar de ir miles de veces, no tengo fotos que yo recuerde!
El resto de fotografías sí son de mi archivo personal, que he hecho a lo largo de los años.La mayoría de ellas están localizadas en los concejos vecinos de Navia y Cudillero. 
Me faltan unos cuantos sitios que conozco y tengo intención de visitar este verano para poder poner una bonita entrada parte III. En esta no voy a añadir poemas ni vídeos porque las imágenes hablan por sí solas.
Espero os gusten.
Playa de Frejulfe, Navia, al anochecer.
Mirador de la playa de Frejulfe

Vista de la reserva natural parcial de Barayo, límite de Valdés y Navia


Playa de Silencio, Castañeras, Cudillero






Playa del Silencio
Playa de Los Quebrantos, San Juan de la Arena, Soto del Barco
Playa de los Quebrantos
Faro de Ortiguera, Coaña
Vista de la costa naviega desde Ortiguera
La Semeira, Santa Eulalia de Oscos


Faro de Vidio, Oviñana, Cudillero
Cabo Vidio, Oviñana
Cudillero
Tapia de Casariego
Tapia de Casariego

martes, 3 de junio de 2014

El hombre que se creía muerto

"No te des por vencido antes de ser vencido."

Había un señor muy aprensivo respecto de sus propias enfermedades y sobre todo, muy temeroso del día en que le llegara la muerte.
Un día, entre tantas ideas locas, se le ocurrió que quizás él ya estaba muerto. Entonces le preguntó a su mujer:
—Dime mujer, ¿no estaré muerto yo?
La mujer rió y le dijo que se tocara las manos y los pies.
—Ves, ¡están tibios! Bien, eso quiere decir que estás vivo- Si estuvieras muerto, tus manos y tus pies estarían helados.

Al hombre le sonó muy razonable la respuesta y se tranquilizó.
Pocas semanas después, el hombre salió bajo la nieve a hachar algunos árboles. Cuando llegó al bosque se sacó los guantes y comenzó a hachar.
Sin pensarlo, se pasó la mano por la frente y notó que sus manos estaban frías. Acordándose de lo que le había dicho su esposa, se quitó los zapatos y las medias y confirmó con horror que sus pies también estaban helados.
En ese momento ya no le quedó ninguna duda, se “dio cuenta” de que estaba muerto.

—No es bueno que un muerto ande por ahí talando árboles –se dijo. Así que dejó el hacha al lado de su mula y se tendió quieto en el suelo helado, las manos en cruz sobre el pecho y los ojos cerrados.

A poco de estar tirado en el suelo, una jauría comenzó a acercarse a las alforjas donde estaban las provisiones. Al ver que nada los paraba, destrozaron las alforjas y devoraron todo lo que había de comestible. El hombre pensó:

—Suerte que tienen que estoy muerto que si no, yo mismo los echaba a patadas.

La jauría siguió husmeando y descubrió el burro atado a un árbol. Fácil presa era de los filosos dientes de los perros. El burro chilló y coceó pero el hombre sólo pensó qué bonito sería defenderlo, si no fuera porque él estaba muerto.

En algunos minutos dieron cuenta del burro, sólo unos pocos perros seguían royendo algún hueso.

La jauría, insaciable, siguió rondando el lugar.
No pasó mucho tiempo hasta que uno de los perros olió el olor del hombre. Miró a su alrededor y vio el leñador inmóvil en el suelo. Se acercó lentamente (muy lentamente, porque el hombre era muy peligroso y engañador).
En pocos instantes, todos los perros babeando sus fauces rodearon al hombre.
—Ahora me van a comer –pensó—. Si no estuviera muerto, otra sería la historia.
Los perros se acercaron......y viendo su inacción se lo comieron.

Jorge Bucay. "Recuerdos para Demián".