La ruta de San Vicente es una de las rutas más fáciles que he realizado. Tal es así,que cuando estaba planeando las vacaciones y buscaba rutas para hacer por niños o embarazadas (como era mi caso), me encontré con ésta. La distancia no es mucha, son unos 6 kms ida y vuelta y el desnivel a lo largo del recorrido es prácticamente nulo. A pesar de todo esto, el lugar no desmerece en belleza, con unas aguas cristalinas y de un color precioso.
Esta es una de las rutas más bonitas, fáciles y accesibles que se pueden hacer en Asturias, ideal para aquellos que no quieren dedicar demasiadas horas a una ruta.Toda la senda transcurre por la ribera del río Dobra, ya parte del concejo de Amieva.
Cartel informativo acerca del Puente Viejo y su origen |
Para llegar hasta allí, partimos de Cangas de Onís y cogemos la N-625 en dirección al Puerto del Pontón y, poco después de atravesar el pueblo de Tornín, antes de pasar el puente sobre el río, divisamos una señal que nos indica el río Dobra. Hay un restaurante a la izquierda de la carretera donde, si tenemos suerte, podemos dejar el coche ya que hay poco espacio para tal fin.Nosotros no tuvimos tanta suerte y decidimos dejar nuestro coche en el aparcamiento de otro restaurante situado a pie de carretera a un km aproximado del inicio de la ruta.
El recorrido se inicia al lado del restaurante donde no pudimos aparcar. Esta primera parte del camino es llana y ancha. A unos 300 metros se encuentra un puente medieval conocido como Puente Viejo.
Puente Viejo |
Continuamos por la pista entre árboles, sin atravesar el puente, y pasamos por una zona de prados donde podemos ver alguna construcción, ovejas pastando tranquilamente, frutales y divisar las partes altas de la montaña que hasta ahora no veíamos con la vegetación.
Inicio de la zona de frutales |
Al dejar atrás esta zona, se deja el camino fácil para adentrarnos en una zona que, si bien no es demasiado complicada, si que tenemos que mirar por donde pisamos, donde el suelo es irregular, con rocas sueltas o bien tendremos que avanzar por un sendero sobre la roca. Por esto, tened especial cuidado con llevar un calzado adecuado para esto. Nosotros llevábamos unas zapatillas de montaña, que amortiguaban el suelo y se agarraban muy bien al pie.
Después de un rato y tras salvar toda esta zona de suelo irregular, vuelves a girar a la izquierda para alejarte otra vez del río y recuperar nuevamente el camino plano y fácil. A lo largo de la ruta, nos fuimos encontrando con multitud de pozas de aguas cristalinas donde cada uno encontraba su sitio para darse un chapuzón.
Avanzamos unos metros más y tras dejar atrás algún que otro avellano, llegamos al destino final de esta ruta, habíamos llegado a la Olla de San Vicente.
Se trata de una gran poza con unas piedras en el fondo blanquísimas y unas aguas de un color verdoso azulado precioso. Al fondo de esta poza, hay un estrechamiento por donde desciende el río en forma de cascada.
También hay una zona de prado donde poder comer a gusto el bocata. En nuestro caso, debido a que había un poco de gente, preferimos volver sobre nuestros pasos hasta una zona con unas pequeñas cascadas que habíamos visto y comer sobre unas rocas con vista a esa corriente de espuma.
Por último, y para dar fiel testimonio de nuestro paso por tan bonitos parajes, incluyo una fotografía con ese río de color tan bonito.Justo hace un año, aproximadamente, que hicimos esta bonita ruta, que ganas de repetirla con nuestra pequeña.
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