lunes, 22 de febrero de 2021

He leído: Una diosa para el rey

Leí este libro hace ya algún tiempo y me dejó anonadada. Bien es cierto que no suelo yo leer mucho sobre biografías, ni reales ni de plebeyos, pero si que suelo ir a visitas guiadas. Entre ellas la de El Escorial, que yo recuerde hice al menos dos guiadas, nos gusta porque según quien sea el guía te cuenta unas u otras anécdotas. El caso, que por lo que sea, siempre me quedó en la memoria lo santurrón que era Felipe II, con una habitación que daba a la iglesia y siempre rodeado de crucifijos y reliquias de santos.



Bueno, pues hete aquí que sale esta novela basada en la supuesta historia de amor de Felipe II con una dama de compañía de la emperatriz Isabel I de Portugal y luego de sus hijas Juana de Austria y María de Austria, hermanas de Felipe II. Su romance abarcó quince años durante los cuales la presencia de Isabel de Osorio fue fundamental, hasta el punto de que el monarca llegó a encargar a Tiziano, el pintor del momento, una serie de obras de inspiración en la mitología griega, de gran erotismo, en los cuales se ve representada con claridad a su amada Isabel de Osorio. Con ella, según parece, tuvo dos hijos y para quien erigió el Palacio de Saldañuela. Sería en este palacio, conocido por los habitantes de la zona como "la casa de la puta del rey", en el que Isabel viviría, sola, durante 30 años tras la ruptura con Felipe y hasta su muerte. 

Tiziano cumplió, claro está. Y realizó una serie de cuadros entre 1553 y 1562: Dánae, Venus y Adonis, Perseo y Andrómeda, Diana y Júpiter, Diana y Calisto y El rapto de Europa. 

Aunque es una historia novelada, basada sobre todo en la historia de amor, el encontrar el palacio de Saldañuela, las obras del autor donde no sólo aparece Isabel de Osorio sino un joven Felipe II como Adonis, dan prueba de que hubo mucho más que un rumor en esa historia. 

Alimenta también la sospecha el documento suscrito por el tesorero del rey al adquirir la torre de Saldañuela, donde Hernando de Ochoa, se compromete que no obstaculizarán ni invalidarán la escritura de venta ni doña Isabel Osorio «ni sus hijos ni herederos». Fórmula que pudiera ser convencional pero que parece extraña cuando se trataba de una mujer soltera. Es sabido que los reyes podían tener hijos extramatrimoniales sin reproche social y que solo ellos podían reconocer esos hijos. Extremos que les estaban negados a las mujeres.


Cuando en 1556 Isabel se alejó de la corte compró la torre de Saldañuela, cerca de Burgos, operación realizada por dicho Hernando de Ochoa, tesorero del rey. Un año después, Felipe concedió a su amada un juro de heredad de dos millones de maravedíes sobre la renta de Córdoba, alegando como mérito ”lo que sirvió a la reina de Bohemia y princesa de Portugal”, sus hermanas María y Juana. Con esta donación Isabel compró los lugares de Saldaña, Sarracín, Cojóbar y Olmos Albos, sobre los que fundó un señorío.

Por eso me pareció curioso, el monarca que impuso un pañuelo para que en las danzas no se tocasen hombres y mujeres, luego llevaba una doble vida dedicada al amor y pasión con Isabel de Osorio. Es quizás por eso que al final de sus días y debida a la moral que presidía esa época, que se pasaba entre santos, reliquias y rezos, para intentar expiar sus pecados. ¿Vosotros que creeis? 



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