lunes, 14 de abril de 2014

Ruta de la Seimeira

Hoy incluyo una ruta del occidente de Asturias, concretamente del concejo de Santa Eulalia de Oscos. Es una ruta sencilla y de la que se puede disfrutar especialmente en verano, pues todo el camino vas al lado del río y a la sombra, con lo que se hace muy cómodamente aunque el día sea caluroso.
Santa Eulalia de Oscos
La ruta de la que os voy a hablar hoy es una ruta lineal, de unos 8 kms ida y vuelta y con poco desnivel, prácticamente la mayor parte de la misma es llana. Para llegar hasta aquí, tendremos que tomar la A-8 sentido Galicia, coger la salida de la autovía en dirección Vegadeo y en este pueblo encontraremos una señal indicándonos como continuar hasta la comarca de los Oscos por la AS-11.
En primer lugar, nosotros nos dirigimos a Sta. Eulalia de Oscos, próxima al área recreativa de la cual parte la senda que hoy estamos tratando, catalogada como P.R.AS-116 según el Principado de Asturias. 

Merendero en Santa Eulalia de Oscos
Santa Eulalia de Oscos es la capital de concejo del mismo nombre y se halla situada a 2 km del comienzo de la ruta. Dado que desconocíamos si tendríamos sitio donde dejar el coche en Pumares, inicio de la ruta, preferimos dejarlo en la plaza de esta localidad, donde aparcamos fácilmente y aprovechamos para coger fuerzas. 

Nuestra comida
Nosotros ya llevábamos comida, pero para quien no vaya preparado o no tenga ganas, es el único sitio donde podrás conseguir algún bocata, pincho o menú. 

Como viene siendo tradición, llevábamos unos bollinos preñaos y una empanada de lomo con queso la peral (de la panadería L'Aldea, de Posada de Llanera ). Todo asturiano 100 %, que tenemos que resarcirnos de todo el año suspirando por la tierrina. Los bollos estaban buenos pero la empanada es superior, una delicia contundente. Comimos en un merendero que se encuentra a apenas unos metros de donde dejamos el coche. 

Inicio de la Ruta


Tras la comida, bajamos caminando hasta el área recreativa de Pumares, la cual se halla bien indicada en Santa Eulalia. Desde aquí, nos dirigimos por la carretera hasta el pueblo de Pumares propiamente dicho, caracterizado por las casas de piedra con el típico tejado de pizarra existente en el occidente astur.Están muy bien restauradas siguiendo la arquitectura tradicional del Oscos-Eo .
Para acceder al pueblo, habremos de cruzar una carretera o sea que con precaución, que aunque haya poco tráfico, no sobra.



Salimos de Pumares por un camino bien marcado, dejando siempre en el margen izquierdo del camino el río Agüeira, que estará paralelo al camino en la mayor parte de la ruta. En pocos minutos entramos de lleno en un bosque con fresnos, sauces, avellanos y, según vamos ascendiendo, vamos observando a ambos lados del camino enormes ejemplares de castaños y robles. 






Algunos de esos robles o castaños, con formas muy particulares... ¿A que os recuerda esta?
Más adelante, el valle se va estrechando, después de atravesar un pequeño puente de madera y unos metros más adelante,  ascendiendo por un pequeño camino de piedra a las ruinas de Arcadeira, una aldea que estuvo poblada hasta los años sesenta del siglo pasado, situado en un recodo del río. Impresiona pensar en la vida diaria de la gente que poblaba este lugar hace dos o tres siglos. Aunque no me acordé de tomar una foto, tenían construcciones para almacenar durante el invierno las castañas con sus erizos. Y pensar que hoy día se pierden las castañas en cualquier cuneta... 
Entrada al pueblo de Arcadeira

Una de las casas de Arcadeira


Un cartel con la leyenda de un campesino desterrado anuncia la llegada al escenario natural donde, tal y como se cuenta, fue condenado a vivir el resto de su vida. En este espacio hay bancos y mesas donde comer, descansar o simplemente disfrutar del olor del bosque.

Aquí transcribo la leyenda del Desterrado:
“Cuentan los mayores de aquí que hace muchos años habitaba en Santa Eulalia de Oscos, un señor para el que trabajaba un obediente criado.
  Una tarde, regresaban de una jornada de caza y se dirigían a escuchar misa, pero se les hizo un poco tarde. El señor, que no quería perderse la celebración ordenó al muchacho que se adelantara galopando y diera orden al cura de retrasar la ceremonia para que le diera tiempo a llegar. Así hizo, dando fusta a su caballo llegó a la iglesia antes de iniciar la misa. Le dijo al curo que aguardase, que su amo estaba en camino, que no tardaría mucho en llegar y que tenía mucho interés en oír la misa. El párroco, viendo que ya estaba congregado todo el conejo, pese a las súplicas del joven se negó a retrasar la hora de inicio y comenzó la liturgia.
  Cuando llegó el señor, ya estaban abandonando todos la iglesia, pidió explicaciones a su criado y después de oír su argumento, se enfureció de tal modo que le ordenó que matase al cura o que ahí mismo mandaría matarle a él. El criado viéndose tan acosado no vio otra solución que obedecer a su amo. Mató al cura con la esperanza de que no le prendieran, pero su mismo amo le delató. La pena que le correspondía al joven era morir en la horca.
  Por aquellos tiempos, se daba la circunstancia de que todos los vecinos de Santa Eulalia excepto nuevo pertenecían a la nobleza. Una disposición real otorgaba el título de hidalguía a todos aquellos habitantes que fuesen autosuficientes, o lo que es lo mismo aquellos que no necesitaban trabajar para nadie, ni que necesitasen comerciar con nadie. Como quiera que en los Oscos casi todas las caserías producían todo aquello que necesitaban para vivir, a muchos de sus vecinos se les dio el título de hidalgos. Estos hidalgos no poseían riqueza y trabajaban de sol a sol para sobrevivir, pero tenían título.
  Llegado el día del ajusticiamiento se congregó casi todo el concejo. A la hora de levantar la horca, momo los nobles no podían ejercer de verdugos no había brazos suficientes capaces de elevarla. Hubo que cambiar la sentencia del criado y, librado de la ejecución se le desterró de por vida a sitio donde no oyera carro chirriar, gallo cantar ni campana sonar. Por aquel entonces poca gente se aventuraba a ir más allá de la aldea de Ancadeira y aquí lo confinaron, desde entonces este parte del bosque se conoce con el nombre de El Valle del Desterrado”.
Seguimos un poco más el camino y en breve encontramos una bifurcación que indica que el camino a la cascada se haya a 300 m en línea recta. Seguimos recto y encontramos de frente la cascada, en cuyos pies tiene una poza rodeada de rocas gigantes. ¡Qué sitio más guapo para darse un chapuzón! Desde este punto veremos la cascada de lado. 

Semeira vista desde el camino de acceso frontal

Unos metros antes sale un camino con gran desnivel en ascenso que nos permite ver la cascada de manera global. Hay que tener un poco de precaución pues el camino acaba aquí y en zonas se hace un poco difícil caminar, se pierde el camino, aparecen rocas... 

Después de las obligadas fotos, volvimos por el mismo camino lo cual no nos llevó más de dos horas. 

Para terminar, una panorámica de una casa cercana a Santa Eulalia de Oscos,con las vacas paciendo a su alrededor.





2 comentarios:

  1. Que belleza de paraje Marta ! es una ruta preciosa, tomo nota !
    Con tu permiso me quedo y te sigo.


    Bicos


    http://www.thetrendysurfer.com/

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    Respuestas
    1. Muchas gracias, por supuesto quédate, me alegra que te guste! He publicado alguna ruta más, por.si te interesa. Bienvenido!

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